Y ahora dices que no tienes nada de que hablar con ella… eso te conmueve, te deprime y peor aun te hace sentir eso que tanto te caga: que eres un pendejo… a tus 24 años te hiciste padre y los siguientes 20 te empeñaste en hacer de tu hija una niña “educada” la metiste a escuela de paga, le exigías en todo momento saludar, decir gracias, por favor, de nada, hablarle de usted a los mayores… defendiendo siempre y por sobre todas las cosas tu figura de autoridad y poder, siempre tan frio, siempre tan distante, siempre tan indiferente, siempre levantando la voz, siempre agresivo… siempre tan tu.
Para ti lo primero siempre ha sido y será quedar bien con los demás… cuantas veces la ignoraste? Metido en tu papel te llenabas la boca diciendo “yo soy proveedor” es cierto nunca nada material hizo falta, ella sabia que no podía acercarse a ti por tal razón mejor lo evitaba, te sabia iracundo y empezó a ignorarte también… tomo el disfraz de murciélago que le impusiste, te perdió el miedo y se hecho a volar.
Me odio cuando descubro lo mucho que a veces me parezco a ti, y si Freud me leyera diría que por eso estoy y estaré jodida con los hombres y que de todos modos al final voy a elegir a alguien como tu (no lo creo… eso jamás) y te sorprendes cuando descubres que contrario a lo que siempre has pensado no soy un parasito, no soy una pobre pendeja, no soy una veleta que va donde le lleve el viento, conozco y se muchas cosas, cosas que tu no me enseñaste. Y dices que no sabes de que hablar conmigo… papá como vas a saberlo si en los 20 años que estuvimos “juntos” solo te molestaste en “educarme” pero nunca en conocerme, que mas puedes hablar conmigo que no sea sobre trabajo?? Cualquier cosa, cualquier tema pero no lo sabes porque simplemente no me conoces y ahora tu me tienes miedo… me tienes miedo porque te enfrentas a tu reflejo de indiferencia y esa es nuestra cruda realidad.